Las tipografías forman parte del paisaje urbano al igual que los edificios, el pavimento, los escaparates o nosotros mismos. Son fundamentales para comprender y situarse en el espacio dinámico y complejo que forman las ciudades, desempeñando un papel vital como expresión de sentimientos e instrumento de comunicación. En palabras del diseñador alemán Peter Behrens “después de la arquitectura, es la tipografía la que nos proporciona la imagen más particular de una época”.

La calle es una gran sopa de letras. La señalética, los carteles institucionales, el graffiti o la rotulación comercial constituyen tipografías que nos acompañan en el día a día. Si bien la rotulación comercial se usa desde la Edad Media, momento en el que no hay letras sino simples representaciones icónicas, no es hasta la Revolución Industrial que los rótulos escritos aparecerán como elementos diferenciadores de los locales. La señalética aparecerá a finales del siglo XIX ejerciendo una labor comunicativa que nos permite relacionarnos con el entorno.

Muchas ciudades poseen un estilo único y diferenciado, la tipografía forma parte de este estilo. Los mejores tipos serán aquellos más funcionales que además posean un cierto carácter autóctono reconocible. Nueva York o Las Vegas se asocian automáticamente con tipografías realizadas en neón, más sobrias las de la primera. Y es que, ¿quien no conoce el cartel rojo de palo seco de New Yorker o el chispeante de Bienvenido a Las Vegas?.

La tipografía Helvética es uno de los mayores éxitos de Suiza, al mismo nivel que sus relojes o sus quesos, encontrándose omnipresente en todo el mundo como paradigma de diseño atemporal, limpio y claro. En Roma podemos ver por todas partes adaptaciones de escritura antigua siempre con serifa. El pasado industrial de Eindhoven está presente en su cultura tipográfica mientras que la mentalidad abierta de Berlín se refleja en las tipografías totalmente dispares utilizadas en el metro. Viena es famosa por el uso de cursivas. Bruselas usa de forma habitual los últimos años un mismo tipo que da un carácter homogéneo y amable a la ciudad. Las ciudades francesas se caracterizan por una tipografía amanerada y redondeada mientras que en ciudades Latinoamericanas como México Df predominan tipos rellenos y muy coloridos como es su propia tradición.

Valencia es una ciudad modernista y así son sus letras. En Sevilla la tipografía va unida a la cerámica como su historia y la vemos siempre en azulejos. El País Vasco luce en muchos de sus establecimientos la llamada letra vasca con orgullo, consiguiendo añadir más carácter a sus ciudades, por citar tres ejemplos españoles.

Proyectos experimentales como el de Sara Hyndman buscan demostrar como las tipografías provocan intersecciones multisensoriales e influencian a los consumidores. Otros trabajos de corte más artístico como el Gokhun Guneyham crean postales amables y evocadoras. Especialmente interesante es el trabajo de Molly Woodward que a través de su web Vernacular Typography invita a participar a cualquier ciudadano enviando fotografías de carteles comerciales en peligro de extinción (o no) que hablen de su cultura local.

Os propongo un juego, salid a la calle con una nueva mirada sobre vuestra ciudad a través de una deriva tipográfica. Dejaros llevar, caminar sin rumbo pero prestando especial atención a la cantidad de letras que os encontráis a vuestro paso. Daros cuenta de lo diferentes que son unas de otras y las formas tan dispares en las que fueron realizadas: pequeñas, grandes, itálicas, cursivas, con serifa, de palo seco… hechas a mano, rotuladas, en cristal emplomado, pintadas, en madera, metálicas, en mosaico, neones .. muy distintas, sí… pero todas nos transmiten recuerdos, emociones y son parte de la historia de nuestras ciudades. Su valor será siempre mayor que su propio significado.

Intérpretes principales en la configuración urbana deberían alcanzar lo antes posible su estatus real, siendo protegidas, antes de que desaparezcan bajo los horribles carteles vinílicos con letras generadas por ordenador o los logos de las anodinas franquicias que han invadido sin remedio nuestro mundo globalizado.

M.Camba (Texto y Fotografías)